
Sueños de verano
Era una noche despejada. El viento mecía levemente las hojas de las palmeras, y el sonido del mar se apreciaba casi como un susurro.Sueños de verano. Me giré y a lo lejos percibí la figura de un hombre acercándose cada vez más hacia mi posición. El sol hacía mucho que soñaba, y la luz de la luna se empeñó en no revelarme tu rostro, pero el brillo de tu sonrisa podía verse desde la otra punta de la playa.Instintivamente sonreí, viendo cómo poco a poco empezaba a percibir tus rasgos, ésos que tanto me gustaban. Tus rizos negros luchaban contra el viento. Tus ojos verdes buscaban a tientas el mar de los míos. Esa barba de dos días corroboraba tu experiencia y tu sonrisa parecía esculpida en tus labios, siempre presente. Respiré hondo y dejé que te sentaras a mi lado. Ibas acompañado de ella, como siempre.
Sacaste la guitarra de su funda, colocándotela sobre las piernas y deslizaste tres dedos sobre las cuerdas. Empezó a sonar una melodía que conocía de memoria. Cerré los ojos y me dejé caer sobre la toalla, esbozando otra sonrisa. Tardaste demasiado en besarme, preferiste perderte en mi cuello unos instantes. Como si no lo conocieras, bribón.
Tus cumplidos me cubrían por completo, tanto como tus brazos en una fría noche de primavera. No sé cuántos besos fueron, me perdí en ese que me diste por sorpresa cuando intentaba contar las estrellas. Una noche más mi cuerpo pedía a gritos el tuyo, y esta vez no habría tregua. Benditos sueños de verano.

